Todos los días le doy gracias a la vida por haberme dado los hermanos que tengo. El lazo tan fuerte que nos une se lo debemos ironicamente a las cosas difíciles que nos tocó vivir mientras crecíamos y por eso, jamás fue más cierto el "no hay mal que por bien no venga". No hay cariño más genuino que este. A pesar de nuestras diferencias de edad y personalidad, J. y M. son mi pilar en la vida y mis mejores amigos. Hemos compartido muchas risas y muchas lágrimas.
Sé que eso no va a cambiar y que nos cuidaremos uno al otro a lo largo del camino que aún nos queda por recorrer.
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