Cinco semanas oficiales de embarazo y el viernes un susto enorme. Después de sentir dolores similares a los de la llegada de "andrés" (el que te visita cada mes), noté en el baño unas gotas de sangre. Juré que ahí venía, otra vez. Un aborto espontáneo. Me metí a la cama y decidí esperar al otro día a ver que pasaba. Tuve terror de levantarme toda la noche. Al otro día, había parado. Aún así decidimos ir al hospital, en donde después de todo un día de estudios, nos dijeron que todo está bien. Necesitábamos tanto escuchar esas palabras.
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