No creo en los matrimonios perfectos. No es que necesite estar a gritos con mi pareja pero sí creo que cuando hay amor y pasión, afloran sentimientos de todo tipo en la rutina y que eso genera forzosamente altas y bajas cuando hay una auténtica comunicación.
No hay cosa que me dé más flojera que la imagen de dos personas pasando su vida en pareja llegando de trabajar, saludándose de un beso rápido en los labios, platicando de nimiedades durante la cena, para después ver un poco de televisión antes de dormir. Vacaciones dos o tres veces por año en los mismos lugares y basando su felicidad en una aparente armonía que a mi me sabe a simple y pura comodidad.
Me gusta que me hierva la sangre y me gusta saber que le puedo decir cualquier cosa al marido, sobre cosas superficiales pero también sobre mis miedos, mis dudas y mis frustraciones. Me gusta vivir cosas diferentes con él, claro que no todos los días, porque la rutina es invencible, pero cada vez que se pueda. Adoro hacer de cada viaje una aventura pero adoro más saber que el dinero no es esencial para construirnos momentos inolvidables.
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