El sábado pasado, la ex, su marido, G y yo coincidimos por primera vez en un evento de L.: la obra de teatro de fin de año de la escuela. Fue mucho menos incómodo de lo que pensé, porque en mis halucinaciones guajiras llegabamos al mismo tiempo, nos dabamos besos fingidos para saludarnos y nos sentábamos lado a lado,...si señores, aquí todo es posible.
Afortunadamente, el otro equipo llegó tarde, cuando las luces ya estaban a punto de apagarse y cuando nosotros ya estábamos sentados en la parte media del teatro. Ellos se acomodaron en la sección lateral y salieron en cuanto terminó el espectáculo. Claro que no estuve exenta de las miradas inquisidoras del club de las mamis, pero parte de las pruebas de que cada vez estoy más encanchada con mi papel de Maléfica, es que eso ya hasta me divierte.
L. estuvo maravillosa. Cantó a capela una canción y yo me sentí muy orgullosa...como parte de su familia.
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