martes, 11 de octubre de 2011

Los portugueses

No es cierto. No odio Portugal.  Al contrario. Sería una desgracia tomando en cuenta que es mi segunda patria por matrimonio. La realidad es que es un país maravilloso con paisajes lindos, comida y bebida espectaculares y un dejo de nostalgia que se nos cuela en la sangre y nos desarrolla inadvertidamente un lazo muy fuerte con él.
Sin embargo, la llegada a Portugal puede ser de un gran impacto para aquellos que venimos de tierras más calientes, porque -por lo menos en lo que a mí respecta- crecemos con esta idea de que son parte del "mundo latino". Nada más alejado de la realidad. La mentalidad de la sociedad portuguesa es 10,000 veces más cercana a la británica que a la española, italiana o griega y entrar en ella es una labor titánica porque el relacionamiento intímo con la gente es extremadamente raro. Por ello, gente que es amable y hospitalaria con los turistas, puede ser casi un bloque de hielo con los extranjeros residentes -plática recurrente cuando un grupo de ellos nos llegamos a juntar-. Es raro ver a alguien sonreír en la calle y las personas pocas veces hacen algo más de lo estrictamente necesario para ayudar a un extraño. Las parejas se forman mediante presentaciones de terceros y casi nunca por encuentros espontáneos. En cenas grupales, los temas siempre son generales y muuuuy raramente personales.
Lo cierto es que debería de existir un "manual del portugués para el extranjero ", tal vez así la llegada sería menos tortuosa para los que llegamos esperando otra cosa y nos podríamos enfocar en las cosas buenas del país, que son muchas y que lamentablemente a veces parecen camuflajeadas.

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