Con la proximidad del nacimiento y tantas pelotas que me parece tengo que malabarear, estoy cada vez más necesitada de que mi marido me apapache y me de seguridad. No tengo dudas de su amor, sólo que el miedo de que no seamos lo suficientemente fuertes para enfrentar lo que ahí viene y de que nuestra vida se acabe por derrumbar, se apodera de mi cada vez más frecuentemente.
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