Ayer, G me sorprendió con una cena con velas preparada por él en casa y dos boletos para un concierto este jueves. Recuerdo, unos meses después de conocernos y coincidiendo en NY en trabajo, regresar agobiada y agotada ya muy entrada la noche al departamento que compartimos durante unas semanas. Me dejó boquiabierta abrir la puerta y toparme con una mesa montada, velas y una cena ligera perfecta para la ocasión. No me dejó mover ni un dedo. Ha sido una de las mejores cosas que me ha pasado en la vida porque para mí representó una demostración más grande de amor que el regalo más costoso del mundo.
Y doy gracias, porque han pasado 4 años de eso y sigo teniendo la suerte de tener al mismo hombre maravilloso a mi lado. El que me hace feliz. Nada menos que eso.
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