El viernes en la noche tuve mi primera salida formal de amigas desde que llegué a Portugal. Puras mujeres, 6 para ser exacta, todas mexicanas. En cuanto nos sentamos a la mesa, no paramos de hablar, ni de reir un segundo. Todos alrededor nos veían como si fuesemos extraterrestres. Se nos pasaron 6 horas como un suspiro y yo lo disfruté como agua fresca en mi cara, porque la verdad es que en el medio portugués cada vez tengo menos que decir. Y es que a diferencia de nosotros, los portugueses aunque son muy amables, nunca hablan de cosas personales, sólo de temas como el clima o la política. Así que entre este trato tan distante y el hecho de que casi no tengo amigas mías aquí (las que tengo andan ocupadas malabareando entre el trabajo y sus hijos...y las demás son las de mi marido o las esposas de los amigos de mi marido), a veces siento como si me estuviera marchitando un poco por dentro. Que bueno sentir el "pertenecer" de vuelta!
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