Hay días en que la adaptación a toda esta nueva vida se ve tan cuesta arriba que me dejo invadir por la angustia. Yo que solía ser una mujer independiente en todos los sentidos y acostumbrada a tener absoluto control sobre mi vida, hoy estoy perdida en esta curva de aprendizaje para ser segunda esposa, para ser madrastra, para encontrarle el aspecto positivo a mi nuevo trabajo y para obligarme a salir al mundo de allá afuera a hacer nuevos amigos en un ambiente inhóspito. Este fin de semana fue un fin de semana de angustia y de desesperación. Yo, solita, puse en entredicho toda mi vida presente y puse a mi esposo contra la pared. Que ganas de matar de una buena vez todo ese lado autodestructivo que está aquí dentro, listo para saltar. Hoy las cosas están mejor y el sol brilla allá afuera. A seguir caminando.
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