Ayer apagamos la luz a la medianoche. A las 2:30 AM me doy cuenta de que el esposo está levantado, lo traigo de regreso a la cama y después de un poco de cuchi cuchi, el nene cae profundamente dormido. Yo, como dicta la ley de murphy, como buho de las 4 a las 6 am. Adiós a la funcionalidad de mis neuronas y a mi ansiada vuelta al gimnasio para ver si desaparecen los 4 kilos que me cargo después del mole de mi abuelita.
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