Mi marido y yo fuimos a comer a la Tasca da Esquina , tomamos una copita de vino, degustamos las sugerencias del chef, caminamos de manos tomadas por la calle y nos despedimos con un beso largo.
La verdad es que comemos casi todos los días juntos, pero hoy, nos encontramos directamente en el restaurante y eso me hizo sentir diferente, como si estuvieramos de date. Y me gustó. Es curioso como en un matrimonio a veces el cambio más light en la rutina le pueda dar una nueva chispa a la relación.
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