viernes, 11 de marzo de 2011

Un fin de semana de cada dos

Como cada quince días, L. está en la casa por 4 días. Y como cada quince días mi dinámica de pareja da un giro de varios grados para adecuarse a su presencia: nada de dormir a pierna suelta, ni de pijamas sexys, ni de cenas apacibles, ni de ver otra cosa que no sean programas de hannah montana y adolescentes anexas. Otro fin de semana en que L. y yo ponemos un ladrillo más en la consolidación de una relación de cariño, independiente de la que tiene con su papá. Otro fin de semana más en la que aprendemos una cosa más una de la otra. Un paso de cada vez.

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