jueves, 28 de abril de 2011

La Pascua II

Durante nuestras vacaciones, G y yo tuvimos otro altercado. Otra vez relacionado con la dinámica triangular: él, yo y su hija. G. tiene su vida divida en dos compartimentos: es esposo durante 9 días y padre los siguientes 5 - que son los que pasa generalmente L. con nosotros-. Estos dos papeles nunca se entrecruzan. Por eso, yo paso de tener un 100% de su atención cuando somos dos a más o menos 10% cuando somos tres...y eso me desquicia y me genera celos que sé que no debería de estar sintiendo por una niña -a la que además quiero- de 6 años. Reacciono intempestivamente, como es mi costumbre y listo, se rompe nuevamente la armonía familiar.
Discutimos, nos dejamos de hablar, gritamos, decimos y hacemos cosas que no sentimos. Y luego hablamos, durante horas, tratando de reencontranos en un punto medio. Y mientras hablo, trato de deshacer las marañas que hay en mi mente, sobre lo que está bien y lo que está mal. Y volteo hacia él desesperadamente, deseando con todas mis fuerzas que me ayude a discernir la solución.
Decidimos que sí, que vamos a intentar tener una dinámica más equilibrada que abarque todos los días del año y no sólo 55% del tiempo, que leeremos libros al respecto, que nos amamos y que vamos a ultrapasar este otro obstáculo. Yo, después de vacía, me vuelvo a llenar de energía y me  convenzo nuevamente que puedo y quiero disfrutar de una vida plena.  Y que voy a vencer esta ansiedad que a veces me invade.

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